Minggu, 10 Juli 2011

De Cibernética y Seudo-cibernautas Urbanos (capítulo 6)


Capítulo 6 del micro libro de Enricco Wizard:
Winter, Spring, Summer or Fall; no hay duda, 
un ingenioso uso de la licencia poética. 
Cualquiera diría que se trata de un tema 
profundamente amoroso. Nada podría ser 
más falso. Se trata en realidad de una acto 
sumamente cruel. Recién divorciados, la señora 
King, de fondo coral, cantándole al señor James 
Taylor y diciéndole que “ha conseguido 
una amiga”. ¡Cruel, realmente cruel!


El año 2000
o
¡Mamá, estos pinches zapatos me aprietan!

El dilema sobre qué sucederá llegado el año dos mil va cobrando cada vez más fuerza. Los programadores adeptos, como era de esperarse, comentan sobre calamidades que habrán de paralizar de tajo a la civilización entera. Se habla incluso de fatalidades ocasionadas por errores no previstos en los sistemas de cómputo. Otro asunto interesante que se comenta en los medios es el hecho de que la fatídica fecha, el primero de enero del dos mil, resulta impostergable. Se trata de un problema, como la mayoría de los problemas que padecemos los humanos, inventado, esto es, un problema ficticio pero de consecuencias reales. Para empezar, el verdadero problema no se presentará sino hasta el tres de enero que cae en lunes. El sábado la gente estará aún rascádose la panza después de la papalina de año nuevo, o mejor dicho, de siglo nuevo. Con todo esto lo peor que puede suceder es que nos encontremos al jefe malhumorado al llegar a la oficina porque su taza de auténtico café colombiano se consumió en una humareda junto con la cafetera por un desperfecto en el cronómetro programable que hizo que la maldita cafetera se encendiera justo a la medianoche del cambio de milenio hasta carbonizarse por completo. Los que estamos más versados en el asunto del dos mil sabemos que todo esto no es más que una patraña que busca comerciar con lo que algunos han tenido a bien llamar "la cultura del miedo". Pero en fin, si los piratas y la mafia siciliana lo han venido haciendo desde tiempos inmemoriales, lo justo es que nos toque el turno a los cibernéticos. Se escucharán una serie de argumentos, todos ellos categóricos, en el sentido de que un problema tan simple como el de diferenciar si el año doble cero se refiere al mil novecientos o al dos mil constituye un verdadero reto logístico infranqueable para el computador pero lo cierto es que la solución a dicho problema es llana y trivial. Que si los mainframes de antaño solamente manejan dos dígitos para el año no representa un callejón sin salida. Hay mancos que manejan Cadilacs con una destreza inaudita, o mejor dicho, el hecho de tener solamente diez dedos no es impedimento para contar hasta mil millones de corrido. Identificado el malestar, el remedio se resume a aplicar una sencilla receta médica que básicamente dice: -500 miligramos de ácido acetíl salicílico en una dosis única-. El verdadero meollo es quién lo va a hacer y cuándo. Dicho sea de paso, nadie queremos pagar por resolver un problema que no entendemos a ciencia cierta. Esto sería tanto como armarse de un matamoscas en un cuarto completamente obscuro en donde, para colmo, no hay un maldito insecto. Tal vez la mejor solución al problema del año dos mil sería una salida política. Me refiero a aplicar algo así como la versión moderna del "Anno Domini". La ONU, por ejemplo, publicaría un decreto a través del cual terminado el 1999 daría inicio, de nueva cuenta, el 1980. Esto nos daría un plazo adicional de veinte años más, tiempo suficiente para remediar todo desperfecto y detener la hecatombe mundial. La nueva era podría entonces bautizarse como "Anno Computi", para diferenciarla de otras eras. Como puede verse, el asunto es harto sencillo de resolver, basta un poco de empeño a la mexicana, o lo que es lo mismo, a falta de pan, un taco de ahuacate resuelve el problema. Como dato curioso, he de mencionar que la Mac tiene como fecha terminal el 31 de Diciembre del 2039. Nuestros chamacos ya ni se acordarán del alboroto y la triste historia se repetirá de nuevo llegada la fatídica fecha para beneficio de unos cuantos vivales. La cosa no para ahí, afuera cae una lluvia endemoniada, la gente corre despavorida y yo quisiera poder imaginarme que cruzará por la cabeza de mis tataranietos llegado el diez mil, cuando de mi ya no quede ni un recuerdo.

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