Rabu, 08 Juni 2011

Para verdaderamente progresar en ajedrez


Una discusión interminable entre ajedrecistas es la que se refiere a cómo progresar. ¿Cómo jugar mejor? Qué hacen los ajedrecistas para subir verdaderamente su nivel? ¿estudian acaso mucho más que nosotros? ¿qué hacen ellos que, evidentemente, no estamos haciendo nosotros, porque ellos avanzan y nosotros no?

Desde luego que el éxito en ajedrez depende de muchos factores: un mínimo talento, trabajo en el tablero, estudio en casa, jugar partidas, analizar las partidas de otros, leer sobre teoría de aperturas, medio juego y finales, disciplina, trabajo constante, motivación, empuje, ganas de competir, etc. Y para ello se requiere de tiempo. Alguna vez le preguntaron a Kasparov ¿cómo se podía progresar en ajedrez si se tenía poco tiempo? La respuesta del excampeón del mundo fue demoledora: ¿cómo pretendes progresar si no dedicas tiempo para ello? Y miren de quien parte este comentario.

Así entonces, es claro que el progreso en el tablero depende de un buen número de situaciones externas, pero si el ajedrecista trabaja en el tablero con constancia, los esfuerzos a la larga, deben dar algunos frutos. Sin embargo, lo que llama la atención es que de pronto, un jugador como nosotros, de nuestro nivel, de pronto da una especie de “brinco” y empieza a tener muy buenos resultados. ¿Qué hizo en esos seis meses, un año que lo catapultó a un mejor nivel que el nuestro, cuando antes más o menos jugábamos igual?

La respuesta parece ser un mecanismo poco estudiado –creo– pero que aparentemente es muy común cuando se avanza en el estudio de alguna asignatura, la que sea, incluso ajedrez: el tema es trabajar con una pasión desbordada por digamos, unos seis meses. Quizás cuatro, cinco o seis horas (lo ideal serían más horas, unas ocho, pero es claro que las actividades del mundo real muchas veces nos impiden poder estudiar ajedrez tantas horas seguidas). Si uno trabaja con esta constancia y con método, estudiando digamos –por decir algo– una hora de aperturas, otra de medio juego, otra de finales y una más de estrategia, combinándolo con partidas de entrenamiento, con trabajo en la táctica ajedrecística, con resolución de estudios, etc., en unos seis meses habremos adquirido un caudal de conocimientos notable, pero más aún, habremos puesto al cerebro en un modo para dar el gran salto conceptual. De entender lo que entendíamos de ajedrez pasamos a un nivel de entendimiento más profundo. Y quizás –yo diría que con certeza más bien– no nos damos cuenta cómo se produjo este avance. Tal vez lo que creíamos entender de pronto fue reemplazado por una concepción más seria de lo que acontece en el tablero. De repente nos quedan más claras algunas posiciones. Entendemos de alguna manera más las sutilezas y lo que antes eran posiciones sin chiste ahora se ven con nuevos ojos.

Esto, lo decía Artur Koestler, es algo así como retroceder para brincar más lejos. De alguna manera al estudiar con mucha constancia, diariamente, el cerebro pone en tela de juicio lo que sabemos y de pronto rechaza lo que dábamos como un hecho y esto parece un retroceso. Y entonces la nueva información, la nueva concepción, comienza a tomar forma en la cabeza del ajedrecista y forma nuevos conceptos que van sustituyendo a las ideas que antes dábamos por sentadas.

Parece que este proceso no es gradual, más bien parece un brinco. Es decir, no vamos jugando poco a poco mejor. Digamos, para decirlo en términos de la física cuántica, el avance no es una curva contínua, sino discreta, con picos en los valores, como con brincos cuánticos. 

Y así, seis, ocho meses después, observamos que,de aparentemente no notar cambios en nuestro nivel,  jugamos mejor, que ganamos más partidas, que rivales que considerábamos muy fuertes ya no parecen serlo tanto y sorpresivamente, estamos ya jugando en las primeras mesas compitiendo incluso por los premios.

Hay que elaborar más al respecto de esta idea, pero parece ser claro que hay que darle tiempo al tiempo. Darle espacio al cerebro para que poco a poco vaya acomodando las nuevas ideas que vamos aprendiendo. En este mundo que se concentra en la velocidad hay una tendencia a creer que se pueden aprender las cosas en poco tiempo. Así vemos títulos como “Aprenda PHP en 24 horas”, “Mejore su ajedrez en 7 días”, etc., cuando en realidad estas no son más que fórmulas comerciales para vender libros, porque nadie puede garantizar que uno aprenda un lenguaje de programación como PHP en 24 horas o que efectivamente pueda mejorar su propio ajedrez en una semana. Así no parece comportarse el proceso enseñanza-aprendizaje.

Tidak ada komentar:

Posting Komentar