Kamis, 09 Juni 2011

De trampas y tramposos

Hace unos meses surgió en la última Olimpiada de Ajedrez, el caso del equipo francés, que de alguna manera se había puesto de acuerdo con alguien para transmitir jugadas a alguno de los tableros usando uno de los programas más fuertes del momento. el sistema tenía un sofisticado código, en donde los jugadores involucrados en la trampa, se ponían detrás del rival y con algunas posturas le indicaban a su compañero de equipo qué jugada es la que debían hacer. Exactamente qué trampa y cómo la hicieron puede verse aquí.

Ahora nos enteramos que un MF alemán, Christoph Natsidis, en un torneo abierto y ya habiendo hecho norma de maestro internacional (antes de que se jugase la última ronda), fue sorprendido por los árbitros en la partida de la última ronda y aceptó que había ido al baño un par de veces a analizar con Pocket Fritz 4 la partida que estaba jugando en ese momento. Dicho jugador, que además es un estudiante de leyes curiosamente, fue suspendido del torneo, su norma de maestro internacional invalidada y ahora se esperaría que la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) le impusiera, además, un castigo ejemplar.


Es claro que hacer trampa en ajedrez sólo se ha vuelto posible gracias a que los "engines" informáticos como Fritz, Rybka, StockFisch, Houdini, etc, han hecho su aparición en los dispositivos móviles. Hoy un iPhone, por ejemplo, puede ser cargado con programas que fácilmente juegan 2600 puntos de rating FIDE, vaya,m un gran maestro de bolsillo, y para más de uno, es atractivo hacer trampa pues si nadie se da cuenta, puede llevarse los honores y ser distinguido en este difícil arte como un muy buen jugador.

Desde luego que el ego juega un enorme papel en la decisión, bastante estúpida en el fondo, de hacer trampa. Porque efectivamente, un jugador podría engañar a todos a su alrededor, pero no puede engañarse a sí mismo. Ya el ajedrez mundial consigna a un jugador, cuyo nombre no recuerdo, que se inventó una serie de torneos en donde tuvo actuaciones por demás sobresalientes. Eventualmente logró el título de gran maestro. Pero hubo sospechas y se le invitó a dicho jugador a otro torneo, en donde perdió todas las partidas, excepto una. Aparentemente la FIDE le revocó el título de gran maestro y hasta donde sé, no han habido más noticias de este personaje.

Pero... ¿qué hacer con estos personajes tramposos? Yo soy de la opinión de que no hay que tener contemplaciones y así erradicar lo antes posible a quien incurra en situaciones de trampa evidente. Así, en primera instancia ¿qué tal quitarle el título ajedrecístico que un tramposo tuviese si se le demostrara que hizo trampa? ¿O qué tal impedirle jugar en torneos de la Federación Internacional de Ajedrez? ¿O castigarlo al menos 10 años sin poder participar en competencias oficiales? en mi opinión, la respuesta a los tramposos debe ser contundente, nada de medias tintas. Hay que entender que las trampas dañan al ajedrez en sí, porque pone en tela de juicio a los ajedrecistas y esto simplemente no puede ser.

Si las medidas son de rajatabla, pienso que aprenderemos que el "crimen no paga", finalmente, y podríamos eliminar una plaga que bien podría extenderse en la medida que se refinen los programas de ajedrez, los dispositivos móviles y los procedimientos para pasar desapercibida la comunicación entre un fuerte programa de ajedrez y un jugador, en el momento de una partida del torneo.

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(*) La foto corresponde al tramposo MF Christoph Natsidis.

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