Senin, 04 Oktober 2010

No hay camino de reyes


Al preguntarle el rey Tolomeo I, a Euclides, por una vía de acceso a los conocimientos geométricos más fácil y simple que las demostraciones de los Elementos, Euclides habría respondido: "No hay camino de reyes en geometría". Y esto viene a cuento porque el mundo moderno nos ha hecho creer que lograr cierto éxito en alguna actividad humana es algo que puede hacerse fácilmente, sin esfuerzo. Ejemplos hay muchos y se observan con frecuencia en la televisión, por ejemplo, la muchacha bonita que tiene dos neuronas pero gracias a su belleza aparece a cuadro constantemente. O bien, la cantante que no tiene mayor gracia pero que se hace la difícil, que genera ciertos escándalos y que además, se siente única e irrepetible. Estoy pensando en Paulina Rubio.

Casos de esos éxitos momentáneos, de 15 minutos de fama, se dan a cada rato. El programa Big Brother metió a una sarta de adultos jóvenes a convivir encerrados en una casa y el público podría ver, a través de su televisión, lo que pasaba en dicho lugar. Había 50 cámaras y no sé cuantos micrófonos. Estaba prohibido tener lápiz y papel para hacer notas o bien, se les limitaba en cantidad de libros que podrían llevar. Toda la gracia de semejante programa era hacerla de observador, lo cual nos hacía comprender en unos pocos minutos el nivel intelectual y educativo de estos ejemplos de la juventud mexicana. Cada tres palabras soltaban un "güey". Su nivel expresivo era francamente patético. Pero más allá de eso, les ponían pruebas y retos para mantenerlos ocuparlos y finalmente, al ver sus actuaciones, votar como público por alguno de ellos (claro, con costo monetario en cada llamada). En breve: una porquería de programa y de concepto. Pues bien, todos estos personajes que se enclaustraron voluntariamente han sido olvidados por el público. Ni quien se acuerde de ellos. Su fama fue tan transitoria como su esfuerzo... A menos que Televisa o la empresa que esté atrás de esto, los promueva hasta el hartazgo.

Desafortunadamente, no solamente pasa esto en los medios. Los libros tienen su propia historia. ¿Cuántos libros no hay que prometen las mejores virtudes en el menos de los tiempos? Títulos como "Hágase rico sin esfuerzo", o frases similares, que prometen la bonanza sin el mínimo trabajo, están a la orden del día.

Y si les parece poco, también se anuncian remedios contra la obesidad: "baje 2 kilos por semana", con la sustancia X, cuando en realidad, bajar dos kilos por semana puede poner en riesgo la salud.

¿Y qué me dicen de aquellos aparatos de ejercicios que con 5 minutos cada tres días nos darán un abdomen plano, unas piernas de miss/mister universo, etc. De nuevo, el mundo moderno no exige esfuerzo ni trabajo, lo desdeña contínuamente.

Una vez el periodista Leontxo García le preguntaba a Kasparov (que acababa de defender su título ante Anatoly Karpov), que si ahora descansaría un poco después de semejante batalla. La madre de Kasparov, Klara, si mal no recuerdo su nombre, se apresuró a contestar: "nosotros no sabemos qué es descansar. Siempre hemos trabajado duro y lo seguiremos haciendo" (palabras más o menos).

En resumen: no hay camino fácil en nada, ni para hacer dinero, ni para aprender física, ajedrez o cualquier otra disciplina o arte. Y esto me recuerda la anécdota, probablemente apócrifa, sobre lo que le decía una mujer al Campeón Mundial Lasker: "Ay Maestro... daría la vida por jugar como usted", a lo que Lasker habría respondido: "Yo la he dado, estimada señora".

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