No hay duda que el mar es fascinante. El sonido del mismo, el sabor del aire en la playa, casi salado, el calor acapulqueño, etc. La verdad que fueron seis días estupendos. La pasamos muy bien.
Descubrí que el mejor calzado para la playa y el ambiente acapulqueño son los "crocks", una especie de "suecos" de goma, los cuales no requieren de ningún mantenimiento y se pueden limpiar fácilmente con agua, después de que uno ha andado caminando por la arena, el mar, etc.
Lo que quizás fue triste realmente fue el ver a un Acapulco con poca actividad nocturna. Un par de veces que salimos a cenar cerca de donde estaba el hotel, hallamos que había muy poca gente. Algunos restaurantes incluso no abrían en la noche (y no hablo muy de noche, sino 8 pm). Mucha gente, sin embargo, se daba cita en "la Isla", un centro comercial como el Perisur o Pabellón Polanco. Probablemente la inseguridad que azota al puerto, la delincuencia cuya violencia no parece tener límites, ha terminado con la vida del turista. La gente realmente no quiere arriesgarse a ir a una discoteca, a un restaurante, o cualquier centro público y arriesgarse a que lleguen unos narcotraficantes y disparen contra alguien, llevándose de corbata a inocentes.
Y es una pena, porque miren: Las playas de Acapulco, con esa finísima arena y el mar, que incluso tiene el agua templada, tendiendo a calientita, no se consigue en cualquier otra parte. Ya quisieran muchos países tener esta maravilla de playas y de posibilidades turísticas que nosotros no hemos podido mantener a un nivel que nos pondría sin duda entre los mejores sitios turísticos del planeta. No. En cambio tenemos una delincuencia que no respeta nada y que ha metido a todos un temor, una inseguridad, que solamente daña al país. Es una verdadera lástima. Ojalá y pronto podamos terminar con esta problemática que de verdad, a nadie beneficia.
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