Rabu, 22 Desember 2010

El extraño caso del "jefe Diego"

El lunes pasado, si no me equivoco, reapareció Diego Fernández de Cevallos, el cual había sido secuestrado desde hacía más de siete meses. Apareció en los medios con una gran barba blanca, producto, podría uno pensar, de tantos meses sin poder rasurarse. Lo extraño del caso es que aparece con el pelo corto, como si acabara de ir a la peluquería.

Pero si esto fuera poco, Don Diego parecía traer mucha energía. manejaba él su coche, que se detuvo en la entrada de la misma. Se bajó y comenzó a hablar con los periodistas que ya estaban atentos para cubrir las primeras palabras del secuestrado. Para ser alguien que acaban de liberar, se veía realmente bastante bien de salud. Vaya, no parecía una persona que acabara de salir de un cautiverio tan largo. Más bien parecía que venía del gimnasio, por decir lo menos. Fuera de su voz, producto de un dolor de garganta, según el propio Fernández de Cevallos aclaró, al recién liberado se le veía fuerte y tan es así que él iba manejando su coche.

el jefe Diego no quiso responder a preguntas específicas. Al cuestionamiento de dónde lo liberaron, indicó que en un pueblo y que caminó algunos kilómetros. Esto ocurrió a muy temprana hora del día, quizás 3 o 4 de la mañana. No aclaró de qué pueblo se trataba ni cómo se contactó con sus familiares o amigos. La realidad es que suena un poco raro toda su historia.

Por otra parte, hoy el Periódico Milenio dijo que los secuestradores querían 100 millones... ¡de dólares! pero que lograron convencerlos de bajar sus exigencias a "sólo" 30 milloncitos de dólares. Ésa parece ser la cifra que se pagó por el rescate de este personaje. Yo francamente me pregunto si alguien en una vida de trabajo puede acumular semejante cantidad, porque es claro que además de esos 300 millones de pesos, más menos, tiene mucho más, además de las propiedades en las que vive, su casa de las Lomas, su rancho en donde fue secuestrado, ¿no? Así entonces es probable que este señor sea el abogado más rico del planeta. No puedo entender cómo se puede tener una fortuna personal de ese tamaño de manera honesta.


Pero hay más interrogantes. ¿Ese rollo de volver a salir en su auto, llevando unas flores rojas para su novia, no fue realmente algo fuera de lugar? Digamos que sería más sensato que la novia de este señor ya se hubiese apersonado en la residencia de su pareja para cuando él llegara, ¿o no? Dicho de otra manera: Liberan al jefe Diego y éste entonces pide que le compren unas rosas rojas porque su afán es ir a visitar a su novia que hace siete meses que no ve. Demasiado extraño todo este asunto.

En mi opinión, a Diego Fernández de Cevallos lo liberaron mucho antes de lo que se ha dicho. No es normal que alguien llegue después de un cautiverio de tantos meses tan bien alimentado, sin ver en su cuerpo las huellas del desgaste de semejante experiencia, del temor quizás de que en algún momento sus captores decidieran ejecutarlo. De verdad, no se ve como un secuestrado recién liberado y tampoco ha actuado como quizás se esperaría que lo haría después de tan traumática experiencia. Nada de eso pasó. Se inventó un teatro que raya en el absurdo. Las razones por las cuales este señor haría semejante teatro no las entiendo. Sin embargo, me da la impresión de querer sacar provecho de todo este rollo mediático, aunque no sé cómo ni para qué.

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