Jumat, 13 Agustus 2010

Limosnas virtuales


Siempre he pensado que el dar limosna es un acto que tiene que ver no con ayudar a alguien, sino con el hecho de que en el fondo, al hacerlo, nos hace sentir mejores personas. Es claro que siempre puede conmover ver a alguien pidiendo una ayuda en la calle, mal vestido, sucio, quizás sin zapatos y para colmo, cargando en un reboso un niño de no más de un par de años, si bien nos va. ¿Cómo no vamos a darle algunas monedas? Y entonces actuamos en consecuencia, damos nuestra dádiva y seguimos camino, pensando en qué buenos somos.

La realidad es que probablemente el par de monedas que damos no servirán estrictamente para nada. Se dice, pero no me consta, que hay toda una industria de limosneros, controlado por algún vivales, que saca millones. No lo sé. Lo que sí sé es que la ciudad de México, al menos, en los cruceros y calles más importantes, está lleno de limosneros que sistemáticamente piden dinero a los automovilistas.

También hay limosneros mejor vestidos, que se ponen una bata, salen con una maletita de cuero y piden dinero para alguna obra humanitaria. Alguna vez en una oficina de pasaportes, platiqué con una señora que a eso se dedicaba. Me confesó que del total obtenido, cuando entrega la dichosa maletita, cuentan el dinero recabado y le dan la mitad. Así entonces, dicha señora no lo hace de buena fe, por ayudar, es simplemente su trabajo.

Toda esquina o situación que pueda favorecer la petición de algún dinerito es usada por estos personajes. En muchas salidas de supermercados, en donde hay casetas para pagar el uso del estacionamiento, se apersonan buenos ciudadanos que piden si queremos ayudar a causas como parálisis cerebral, entre otras.

A todo esto, el hecho de que existan prácticamente ejércitos de limosneros por la ciudad, es solamente un reflejo de que este país no está haciendo su tarea correctamente. El Estado debería garantizar que la gente tuviese un mínimo de calidad de vida, acceso a los estudios, al trabajo, a la salud, etc. En México esto está lejos de ser cierto. Y aún así, a pesar de lo que la realidad nos diga, no falta quien me dice que exagero cuando cito la frase de Russek de que "este país no sirve".

Pero regresando al asunto, el hecho es que quien da una limosna en general no ayuda a quien le da el dinero, sino que se ayuda a sí mismo al sentirse bien por su caritativa obra. Y esto se observa en Facebook y muchas veces en Twitter, dos de las "redes sociales" que ahora están de boca en boca.

Fíjense si no es verdad: recibo un mensaje de alguno de mis contactos pidiéndome que me una a la causa: "No a la supervía", o "que el vasco Aguirre nos dé explicaciones", o "No a la visa para Canadá", etc. Todo esto estaría muy bien, pero ¿qué hacemos todos? Nos congratulamos de estar de acuerdo con estas peticiones y causas y doy un click y listo, ya soy parte de esta causa... Pero ¿qué hacemos? Nada. Sólo dimos un click del ratón. Quien abre el grupo de "No a la supervía", por ejemplo, no plantea ningún plan de acción, no nos dice: "Los siguientes puntos de la agenda son los siguientes: i. Pedir una reunión con el jefe de gobierno; ii. generar un plantón en caso de no ser atendidos; iii. hablar con los vecinos; iv. entrevistar a ingenieros ambientales; v. plantear un foro abierto y público de discusión sobre el tema", etc. No, no hay nada de eso. Simplemente es como dar limosna, de manera virtual, dando un click y listo, nos sentimos mejores personas.

Alguien en Facebook me invitó a una causa, no me acuerdo cuál era ésta. Le dije que antes de aceptar me dijera qué plan se iba a realizar, qué acciones se tenían contempladas, etc. Porque le dije que si no hacía esto pues no servía para nada la causa que pensaba apoyar. No me contestó y me quitó finalmente de sus contactos.

A todo esto, hay algo que entiendo y que de alguna manera justifica a quienes arman estas causas por apoyar. Por una parte es una manera de liberar la frustración ante estas situaciones cotidianas, en las que los gobernantes no nos toman jamás en cuenta. Por otra parte, hacemos público nuestro desagrado, desaprobación a algo que quizás no nos afecte directamente, pero que simplemente no nos parece. Pero aparte de esto, entiendo que armar un plan de trabajo, una serie de acciones para evitar que se construya una supervía o bien, que se tomen acciones contra la absurda visa para Canadá, lleva tiempo y muchas veces no nos podemos ocupar, porque hay que trabajar y obtener ingresos simplemente para sobrevivir.

Entonces, ante el choque con la realidad, los que deciden crear estas causas en las redes sociales, finalmente, repito, hacen lo que hacemos cuando damos una dádiva en la calle: damos una limosna, virtual en este caso, pero que en términos reales es tan inútil como no hacer nada.

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