Minggu, 06 Februari 2011

Siguiéndole el juego a los vecinos del norte


Hoy domingo culminó la temporada de futrbol americano, con el encuentro entre los acereros de Pittsburg y los empacadores de Green Bay. Ganaron estos últimos pero lo increíble es como este tipo de eventos, que son finalmente estadounidenses, ponen a girar a una buena parte del planeta alrededor de ellos.

En México, la transmisión del "Súper tazón" genera enormes expectativas y ganancias entre algunos locales comerciales, como pueden ser bares y restaurantes. Desde luego, quienes transmiten estos eventos por televisión también se hacen de mucho dinero pues en plena transmisión "cuelan", por decirlo de alguna manera, a sus anunciantes locales. Obviamente habrá habido venta de camisetas de ambos equipos, ya sea en el terreno informal o en las casas especializadas en deportes. En fin, parece ser que esta fiesta, 100% norteamericana, nos llega como una gran ola y es imposible deshacerse de sus efectos.

Pero el asunto va más allá. Se sabe que los anuncios comerciales en un súper tazón son -curiosamente- un espectáculo extra, el cual la gente espera poder disfrutarlos cada vez que hay una pausa en el partido, y miren que hay muchas pausas en un encuentro de futbol americano profesional. Y ahora resulta que el modelo de negocios de la TV abierta, que simplemente nos obliga a ver los anuncios para no tener que pagar por la transmisión, se convierte en algo bizarro: ahora un nuevo protagonista, los anuncios de la televisión, son la estrella y hasta youtube tiene un canal para poder ver esa publicidad y votar, sí, votar para elegir cuál fue la mejor.

A mí siempre me ha quedado claro que los estadounidenses saben vender y que si por ellos fuera, podrían vender a su progenitora si eso les diera dividendos. Lo que llama mi atención es que a un espectáculo gringo, para gringos; un deporte con una infinidad de reglas, con todo la parafernalia mediática, en donde los vecinos del norte se solazan dando estadísticas de yardas recorridas, tacleadas, castigos, etcétera, nosotros le sigamos el juego que dictan los allende el río Bravo.

No me cabe duda que el Imperio está presente y nos invade cada vez que se le antoja. No necesita armas, ni balazos, ni derramar una gota de sangre. Impone sus gustos, sus modas, sus maneras de ver la vida a través de los medios electrónicos y además parece, que todo esto es tan cotidiano que ya ni siquiera nos lo preguntamos. Muy lamentable situación.

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