Senin, 14 Februari 2011

Costumbres mexicanas


En estos días han ocurrido algunos hechos relevantes a la vida nacional. Uno de ellos fue el despido de Carmen Aristegui de su noticiero en MVS. Aparentemente, dicen los proclives a pensar que siempre hay en este país gato encerrado en todo, que el Gobierno (aka Calderón), se sintió molesto por el supuesto rumor de que es alcohólico y que ante el "comentario editorial", como le llamó la propia Aristegui, al tema en cuestión, MVS decidió terminar el contrato por un supuesto código de ética de la empresa de comunicaciones.

De acuerdo a Aristegui, la decisión de separarla de su espacio informativo se debió a que hay intereses para que MVS obtenga una frecuencia determinada y como todo esto es una concesión del gobierno, su comentario al supuesto alcoholismo de Calderón podría haber puesto en peligro que se le otorgara dicha frecuencia.

La realidad es que ya es costumbre mexicana de estos últimos tiempos polarizarlo todo. No hay matices. Cuando la periodista salió de la W, salieron a decir lo que se dijo de nuevo ahora: que se acallaba una voz de la democracia y la libertad. Que el gobierno estaba incómodo con las declaraciones de la periodista, qué la mano del poder había decidido ponerle un tapón en la boca, etc. Todo esto terminó siendo una especulación que nadie nunca pudo probar. La respuesta oficial de la W fue sencilla. En un desplegado público explicó que no había nada de cierto en todos esos rumores. La sra. Aristegui salió de la W porque se le acabó su contrato y no se puso de acuerdo con la W en las políticas editoriales para que fuese renovado, amén de que probablemente la W ya no pensaba pagarle los 3.6 millones de pesos de sueldo que le pagó. Todo lo que aconteció en aquella ocasión puede leerse aquí.

Pero el asunto de la Aristegui es un caso más de una de las costumbres mexicas más arraigadas. Aquí, cualquier cosa que pase, en donde alguien de la izquierda sale raspado, es por culpa del gobierno, que en su omnipresencia y autoridad, quita de un plumazo a quien le estorba. Es algo así como las teorías de conspiración pero región cuatro. Normalmente los periodistas de izquierda no ven más que la sombra del gobierno en todas estas acciones. Jamás piensan y ni siquiera lo ponen como una alternativa, que hay otra historia que no ha sido contada. Para regresar al caso Aristegui: la periodista pidió a MVS que, para regresar el lunes (es decir hoy), a su programa de radio, la empresa contratante tenía que publicar un desplegado en donde se indicaba que ella era una periodista sin mácula, con una ética intachable y que además, la empresa se había apresurado a despedirla. Por supuesto que MVS ignoró semejante petición y por ende, Aristegui no regresa a su espacio radial. A mí me queda claro que ninguna empresa del tamaño de MVS se va a dejar intimidar por las peticiones de nadie, y menos de esta mujer que yo no sé qué se creyó que es.

Cabe sin embargo señalar que nadie de los que defienden a Aristegui hace lo propio cuando se cierran otros espacios. Por ejemplo, hubo un tiempo que Brozo y su "mañanero" fue el noticiero que empezó a convertirse en importante. Lo que decía el payaso tenebroso comenzó a tomar tonos de líder de opinión y bueno, destapó la cloaca de las ligas y el dinero que le dio Ahumada al operador de López Obrador (en ese entonces), desatando una serie de problemas, dimes y diretes políticos, de una cochambre espantosa. Pero ¿qué pasó con Brozo? Un día él despidió su propio programa, se quitó el disfraz y se acabo el líder de opinión irreverente y nefasto para muchos. ¿Quién de la izquierda dijo algo? ¿Se cerró un espacio democrático? Nadie defendió a Brozo... ¿será porque él mismo dio por terminado el programa? ¿Por qué no se hizo ninguna teoría de la conspiración? ¿Por qué aquí nadie salió a decir que Brozo era un líder de opinión nato que el pueblo de México necesitaba? ¿Por qué nadie se atrevió a sugerir siquiera que había sido orden del gobierno sacar al payasito del la tele porque empezaba a incomodar? ¿será porque el personaje en cuestión trabaja en una empresa como Televisa? Así pues: nadie dijo nada.

Yo creo que parte del problema reside en que durante unos 70 años vimos como el gobierno, sí, el gobierno priísta en particular, hacía y deshacía a su antojo. Por ejemplo, muchas instituciones del gobierno se anunciaban en la revista Proceso.  Cuando ésta publicó algo que incomodó a los gobernantes, la primera medida fue quitarle todos los anuncios que habían contratado. Pero eso pasó en la época de López Portillo. Hoy día Proceso, como prácticamente todo medio impreso o electrónico, dicen lo que se les antoja sin mayor cortapisa. Vaya, que pensar que el gobierno está sobre todo aquel que le incomode es una costumbre que se nos enseñó hace muchos años y en mi opinión, no queremos darnos cuenta que el país es otro, que se dicen cualquier tipo de barbaridades a favor o en contra de este gobierno y que además, ya nadie se escandaliza por ello.

Es muy mexicano pues, decir sobre un tema X en particular: "Sé de buena fuente que Calderón es alcohólico" o "Parece ser que Calderón tiene una amante. Sí, dicen que es una actriz de Televisa... No me consta, pero andan diciendo que es Galilea Montijo, sí, la voluptuosa ésa, la que abandonó su compromiso nupcial con el doctorcito que sale en ese mismo programa de la mañana". Aunque la realidad es que nadie sepa si alguna de estas declaraciones tiene visos de verdad.

Es igual de mexicano decir: "sí, yo conocí a la familia de la niña Paulette... Nos reunimos con ellos muchas veces para comer" o "yo conozco al hermano del que se mató en el avión con Mouriño", o bien "un amigo que es piloto me dijo que la grabación que presentaron del accidente de Mouriño es totalmente falsa", aunque no sea cierto. Pero que al mexicano le encanta ser partícipe de los acontecimientos populares de una u otra manera es algo que llevamos muy dentro siempre.Y es que quien suelta este tipo de información, incorroborable a todas luces, adquiere un halo de influyentismo que todos en este país quisiéramos tener, porque en México ser influyente sirve para brincarse las leyes, para salir de algún apuro legal o para lograr cierta impunidad, ¿o no?

Así pues, todos conocemos a un amigo que conoce o que sabe de buena fuente un dato oscuro y negro sobre alguien de la vida pública. Eso es parte de nuestra idiosincracia.


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