
Entonces el oficial me dijo que la multa era de diez salarios mínimos. Entonces le dije que me pusiera la multa. Acto seguido el oficial Rigoberto me dijo: "eso es además de quitarle puntos a su licencia, lo cual puede hacer que la pierda". Todo indicaba la clásica extorsión. Diez días de salario mínimo y el castigo en "puntos" de mi licencia era demasiado. Quizás podría arreglarlo dándole una mordida. Sin embargo, hice un último intento y le dije al uniformado: "Mire, oficial, estas cosas pasan. Quizás tengo un corto en el sistema eléctrico y por eso dejaron de funcionar las luces traseras. Son cosas que pasan con los dispositivos, con los autos, con muchísimos equipos y aparatos. Le seré sincero. Aquí hay de tres sopas: la primera, que me aplique la multa con el demérito en puntos y listo; la segunda, que piense que todo está en regla y que este desperfecto le puede ocurrir a cualquiera sin previo aviso. No creo que merezca toda la sanción que propone por algo de lo cual -en principio- no tengo control; y tercera, que le dé "una lana", "una mordida", pues, cosa que no quiero hacer porque siento que lo estoy insultando a usted y al uniforme que porta".
El oficial se quedó suspenso unos segundos y me dijo: "voy a consultar con mi comandante, un momento por favor". Tardó un par de minutos y a su regreso me indicó: "me dice el comandante que le gustó su forma de pensar, así que por esta vez puede irse, pero ponga sus intermitentes por su seguridad y arregle a la brevedad el problema". El oficial me regresó mis papeles y le agradecí, preguntándole por su nombre. Nos estrechamos la mano y me dejó ir.
¿Cómo ven?
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