Minggu, 25 Juli 2010

El nuevo oscuro objeto del deseo


El viernes, a las cero horas, se hizo el lanzamiento oficial del iPad de Apple, ese nuevo oscuro objeto del deseo por parte de todos los amantes de los gadgets y la tecnología. Del lanzamiento de la computadora tablet de Apple, que no es más que una especie de iPod Touch con gigantismo, pasaron unos seis meses hasta que se hizo factible su llegada a México.

Dicho dispositivo es sin duda muy atractivo para muchos, y claramente viniendo de Apple, empresa que se ha encargado de envolver todos sus productos en un aura de elitismo, pronto se convirtió en un "gadget" que más de uno querría tener.

Apple (y Steve Jobs), saben lo que hacen: el iPad tiene el respaldo de cientos de miles de aplicaciones de todos géneros, que originalmente se hicieron para el iPhone/iPod Touch, las cuales se comercializan a través de la tienda App de aplicaciones de la propia empresa. En ese sentido, Jobs ha logrado un modelo de negocios envidiable, el cual ahora muchos otros fabricantes buscan imitar. Android, por ejemplo, tiene su tienda virtual en donde al menos por ahora, todas las aplicaciones son gratuitas, pero es claro que esto podría cambiar más adelante.

Con el iPad, se tiene acceso a los mismos programas que en el iPhone/iPod Touch y ya muchos desarrolladores están haciendo los ajustes necesarios para que sus aplicaciones corran en la nueva plataforma, cuya pantalla es más grande. Tenemos ante nuestros ojos, finalmente, un producto ganador por varias razones, pero particularmente por ser el primero en esta nueva tendencia de la tecnología de hacer computadoras pequeñas para llevarlas como pequeños cuadernos.

Sin embargo, aunque todo esto podría justificar la compra de un iPad, el cual está limitado en términos de memoria (el de mayor poder -y más costos, es de 64 GBytes), no tiene puerto USB y además está diseñado más como una consola de entretenimiento, para ver fotos y videos, etc., que para trabajar, lo que es sorprendente es que este viernes pasado a lasa cero horas ya había una interminable fila de ávidos compradores del iPad. ¡Querían ser los primeros! De nuevo la propaganda de meses, la imposibilidad de hacerse de este gadget hasta que llegase a México, logró su cometido. Y en un acto por demás consumista, la larga fila de potenciales compradores esperaban a que la tienda iShop, en la calle de Masaryk, abriera sus puertas para empezar la vendimia.

El primer comprador del nuevo oscuro objeto del deseo fue premiado por la multitud con un fuerte aplauso. Muchos compradores se hicieron de cubierta protectora para su nuevo juguete y teclado externo para poder trabajar, entre los añadidos que se pueden adquirir ya en México. A ese feliz comprador se le entrevistó para algún medio como Reforma o El Universal, y en el respectivo video el hombre hablaba de que podría ahora llevar su correo, ver películas, poner fotos, jugar videojuegos, etc. Él mismo aclaró que probablemente no dormiría esa noche probando su nuevo iPad.

Lo que sorprende en mi opinión, es como nos manejan los medios, la propaganda, la supuesta necesidad de hacerse del último dispositivo de moda, que cuesta como algunas laptops y que desde luego, no se puede comparar con ellas en memoria, disco duro, o prestaciones. Aquí Apple vende, y lo sabe, imagen: sabe que los compradores de sus equipos se sentirán únicos e irrepetibles, que disculparán todas las fallas a pesar del alto precio que pagan por estos juguetes. Apple nos vende la idea de ver videos, películas en el iPad pero... ¿me pregunto cuántas películas la gente verá en estos dispositivos y con qué frecuencia? porque si consideramos que cada película requiere de 2 a 3 gigabytes y que dicha película hay que bajarla de la red, con el consecuente tiempo de "download", pues como que ya no resulta tan cómodo. Si el dueño del iPad se compró el modelo con no tanta memoria, tendrá que borrar de su dispositivo la película después de verla. Igualmente pasa con las fotografías que pudiese cargar en su flamante juguete. ¿Cuántas veces las verá? Las desplegará una tras otra usando sus dedos para ampliarlas y reducirlas?

Así entonces, el iPad es un bonito gadget, al cual se le han atribuido todo género de posibilidades. Ya veo a más de un poseedor de iPad en un Starbuck viendo videos mientras saborea un café, presumiendo su nuevo juguete y siendo la honesta envidia de muchos que probablemente no podrán hacerse de este gadget por su costo.

Pero fuera de todo esto, el efecto consumista, la necesidad de tener a toda costa un juguete que es realmente costoso, no parece mermar en el ánimo del amante de los objetos que produce Apple. Como buen mexicano quiere ser el primero en algo, aunque sea en hacerse del siguiente producto del consumismo más radical. No le importa si paga un sobreprecio (y aunque me digan que el iPad casi cuesta en México lo mismo que en EEUU, les recuerdo que en México el salario mínimo es 8 veces menor que en el vecino país). Y es por eso que al mexicano le atraen tanto las premier exclusivas de las películas, ser los primeros en ir a ver el filme de estreno, incluso pagando más, porque de alguna manera la propaganda mediática los pone por encima de los demás, al menos en esto que si se piensa, no es más que una estupidez.

Pero ahí estamos los mexicanos, desvelándonos y gastando nuestros pesos en estos dispositivos, que sí, son muy atractivos visualmente, pero que sin duda tienen limitaciones inherentes con respecto a otros equipos menos costosos, pero no tan sofisticados como nos los ha presentado la empresa de la manzana.

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