Rabu, 28 Juli 2010

Regalo de nuestros patrocinadores


El mundo moderno es sin duda vertiginoso. Aparentemente las prisas son ya parte cotidiana de la vida de todo aquel que ha decidido radicar en alguna populosa ciudad. Los medios de información supuestamente informan los acontecimientos más relevantes segundo a segundo. Si algo de suma importancia pasa en Timbuctú, lo sabemos prácticamente a los minutos de haber ocurrido. La información se desplaza por cuanto medio ha inventado el ser humano para estar en contacto con otros de su misma especie.

Obviamente con los medios de información aparecieron los comerciales. La televisión gratuita está llena de ellos y lo que las empresas pagan para promover sus productos y bienes depende muchas veces de las horas en las que se desea salir “al aire”. Hay horarios triple AAA que son los que, de acuerdo a las televisoras, hay el mayor auditorio. Es claro para todos que no es lo mismo que aparezca un anuncio comercial a las tres de la mañana que a las nueve de la noche.

Pero con los comerciales ha llegado toda clase de promociones fantásticas. Con la intención malévola (de parte de los genios de la mercadotecnia), de convertirnos en consumidores de todo cuanto se anuncia en la TV, se han ideado cualquier cantidad de artimañas. En algunas hay que destapar los envases de mayonesa para ver si nos hicimos de un coche. En otras promociones, de galletas saladas, por ejemplo, se trata de hallar el pase de abordar para ir a un vuelo a algún lugar paradisiaco o ya de perdis la obsoleta Disneylandia. Por supuesto que alguien ganará esos premios, pero la verdad es que casi siempre los premiados son un par de personas y los demás estamos condenados, seguramente, a comer mayonesa por el resto de la eternidad sin premio alguno que nos consuele.

Otras promociones pretenden mantener entretenido al consumidor dándole los premios a cuentagotas y por meses. Por ejemplo, la posibilidad de hacerse de una vajilla completa, incluyendo vasos, con el logotipo de alguna marca refresquera es algo por demás común y corriente. Los pepsilindros, las estampitas de quizás La Guerra de las Galaxias o Tarzán, desde luego coleccionables, se pueden localizar en los centros de canje oficiales por un par de pesitos y un poco de suerte. En general los chamaquitos, que son quienes caen más frecuentemente en estas promociones, se llenan de estampas repetidas porque hay un par que son prácticamente imposibles de obtener. En realidad, independientemente de que las empresas hagan negocio con estas colecciones infinitas de estampas, vajillas, cilindros de agua, etc., lo que se observa es que tales productos promocionales, terminan por invadir nuestras alacenas y cuartos.

Pues bien, siguiendo con esta tónica, y considerando que los lectores merecen ser recompensados por haber sido fieles (hasta ahora) a la lectura de mis artículos, La_Morsa Software Co., en conjunto con gigantesca refresquera, hemos decidido regalar un lindo portavasos, que sin duda será la delicia de muchos. Espero les guste.

Quien lo quiera, escríbame a morsa@la-morsa.com y recibirá su portavasos en su correo electrónico. Verá lo sorprendente que se puede hacer en el cómputo actual.

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