Senin, 07 Maret 2011

Los insultos de un periodista


Guil Russek alguna vez me dijo que el periodismo era un género menor. Su argumentación se basaba en que, por ejemplo, ocurre un suceso y los periodistas salen a cubrirlo. Una vez satisfecha la curiosidad sobre el asunto y basándose en los hechos presenciados, el periodista escribe la nota y la manda al periódico para que se publique en la siguiente edición. El problema es que tiene que entregarla ya. No hay tiempo para redactar con cuidado, para ponerle un buen estilo, etc. Hay que salir en el periódico y entonces ante la urgencia de la publicación, el cuidado de la escritura de la nota pasa a segundo término. No pasa lo mismo con un libro, por ejemplo. Ahí el autor escribe un fragmento de su obra. Puede entonces corregir, re-escribir, e incluso desechar lo escrito para rehacerlo porque puede no bien gustarle. Así entonces, el hacer literatura, escribir una novela, un cuento, algo que no requiere la rapidez y agilidad de la nota periodística, es un género mayor. Y estoy de acuerdo con Russek en su apreciación.

Por otra parte, pareciera que hay periodistas de tercera y de primera. Los de tercera son aquellos que van a los lugares por la nota, ya sea una cuestión baladí como los espectáculos o bien, el reportar un accidente a la mitad del periférico, o quizás un incendio. Muchas veces estos personajes se la rifan por hallar el mejor enfoque a la nota. En cambio, los periodistas de primera son los que salen a cuadro: López Dóriga, Aristegui, Loret de Mola, que solamente se apersonan en algunos hechos que según su criterio periodístico, podrían cambiar la historia del mundo o bien, porque mediáticamente es muy importante que estén presentes. Así entonces, López Dóriga se va al Vaticano a informar de los últimos días del Papa o bien transmite -con sus "colegas de deportes" la inauguración del Mundial de Futbol; o bien, Loret de Mola se va a Egipto a dizque reportar la creación de un nuevo mundo, después de la caída del dictador en Egipto y las secuelas en otros países árabes, como Libia. Pero para desgracia del reportero, no cae Ghadaffi en Libia, en la semana que él fue hasta esas tierras, así que regresa, no sin mantener el dedo del renglón.

Para un periodista tener una exclusiva es algo que lo hace sentir único e irrepetible. Así se la cree López Dóriga cuando sale -vía telefónica- en el noticiero de Loret de Mola, a dar la noticia de que el Jefe Diego fue liberado. En el transcurso de ese día, todos los noticieros hablaron de este hecho, pero muchos apuntaron que Joaquín López Dóriga había dado la primicia, como si quien da la nota importante es el que la reporta y no el hecho que se reporta.

En mi opinión, López Dóriga, en su gigantesco ego, se le olvida que el noticiero de la mañana es de su compañero de trabajo, Loret de Mola y que él, en todo caso, debió haber sido quien leyera la nota, pues esa noticia surgió en la mañana de ese día. Pero no, se brinca a todos este cretino periodista porque él quiere ser quien dé semejante noticia a todo el país.

No suficiente con eso, López Dóriga, como otros comunicadores hacen, en sus respectivos espacios en los medios electrónicos, dicen cosas como "como le informé ayer aquí mismo", como si ellos fuesen los dueños de las noticias. López Dóriga, como otros periodistas, son parte de un grupo técnico que trabaja para poder salir a cuadro en el milagro que es la televisión. Son estos comunicadores el último eslabón de la cadena para que el televidente o radioescucha se entere de un hecho relevante. Pero ellos, son quienes finalmente leen en la mayoría de las ocasiones, noticias que otros han redactado para ellos, así que ¿quién es la persona que nos informa?

La respuesta es simple: no es una persona. Es un gran grupo, que va desde redactores, periodistas de tercera, aquellos que realmente van a el lugar de los hechos, los mecanismos de la tecnología, internet, teléfono, mensajes, correos, amén de ingenieros, técnicos, tramoyistas, floor manager, satélites artificiales, agencias de noticias, etc., que trabajan para que salga un cretino al aire, a cuadro, y se quiera lucir diciendo: "regreso después de estos mensajes". ¿Regreso?  ¿O sea, cómo? ¿Tú solito, cretinísimo López Dóriga, regresas después de la pausa? ¿Y todos tus compañeros de trabajo, todo ese grupo que hace posible que tú te luzcas a cuadro, no merecen siquiera el mínimo respeto para darles cabida en la producción del noticiero en donde tú, infame López Dóriga, no eres más que el lector final de la noticia? ¿Por qué esos insultos a todo un equipo de trabajo? ¿qué se siente este dizque periodista? ¿único? ¿irrepetible? ¿fantástico?

En mi opinión, el dueño de Televisa debería jalarle las orejas a este imbécil y a todos aquellos comunicadores que se sienten dueños de la televisión porque salen en un noticiero dentro de los medios electrónicos. De hecho, López Dóriga insulta incluso a su jefe, Azcárraga Jean, porque él es su empleador y gracias a él sale a cuadro. Pero no importa. el ego de este nefasto personaje puede más que la educación mínima para aceptar que él no hace el noticiero en donde sale.

Por mi parte, si veía poco a López Dóriga, es momento de vetarlo. Un tipo de esta calaña, tan falto de respeto por el trabajo de sus propios compañeros, debería ser sacado de los medios de inmediato, a ver si aprende que nadie es imprescindible y menos en la televisión, que hoy está pero mañana no y el público tiene memoria corta. Ya se olvidarán de él cuando entre el que sigue, que seguro será Loret de Mola.

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