Selasa, 22 Maret 2011

La culpa es de Bobby



Mi primer contacto con el ajedrez se debió a Bobby Fischer. Corría el año 1972 y el norteamericano había logrado aparecer en los titulares de todos los periódicos. Su match contra Spassky era más que un encuentro de ajedrez, era una lucha entre capitalistas contra comunistas. Era el “mundo libre” contra la “máquina soviética”. Era pues más que jaques en un tablero escaqueado.

Este despliegue mediático en los periódicos de la época me hicieron seguir todas las partidas del que se llamara match del siglo. Entendía poco o nada de ajedrez, pero era evidente que Fischer encendió la imaginación de muchas personas, de muchos niños y jovencitos que a través de Bobby, Caissa los llamaba
a sus filas.

Y así empecé mis desvaríos por este mundo del ajedrez. Fui atrapado por el juego y a la fecha, aunque juegue con menor frecuencia que en otras épocas, la pasión sigue intacta. Han pasado ya más de 30 años de esto y Fischer sigue siendo sin duda un referente. Mi paso por el mundo escaqueado ocurrió gracias al norteamericano. Mis años de estudio en el tablero, de trabajo constante, de competencias, todo ello, es parte de esa pasión que Fischer nos mostró, hay que tener para jugar al ajedrez.

Gracias a Fischer pude conocer de esta gran familia que es el ajedrez, de cómo los jugadores compartimos la pasión por el juego, que raya en ocasiones en la obsesión. Si algo debo decir es que es por Bobby que yo he podido disfrutar de este fantástico e inagotable juego. Y sí, la culpa es toda de Fischer.

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