Minggu, 13 Maret 2011

El síndrome de China y la verdad nuclear


En el año 1979, salió una película llamada "El Síndrome de China", un thriller que narra la historia de un reportero y un camarógrafo que descubren encubrimientos de seguridad en una planta de energía nuclear. Está protagonizada por Jane Fonda, Jack Lemmon, Michael Douglas, Scott Brady, James Hampton, Peter Donat, Richard Herd, y Wilford Brimley.

El título hace referencia al concepto de que si una planta nuclear estadounidense se derrite, se funde a través de la Tierra hasta que llega a China. Pero China es una metáfora, porque el lado opuesto del planeta de los Estados Unidos es en realidad el Océano Índico.

La película fue estrenada el 16 de marzo de 1979, sólo doce días antes del Accidente de Three Mile Island (Harrisburg, Pensilvania). El accidente de la Planta de energía nuclear Three Mile Island ayudó a convertir este filme en un éxito de taquilla.

Hoy, sabemos que después del terremoto y consecuente tsunami en Japón, hay ya una serie de emergencias hasta en tres plantas nucleares niponas. Aparentemente se tiene temor de que ocurra un derretimiento del núcleo con el temido síndrome de China.

Pero... ¿cuál es la realidad? Los medios -ya lo he dicho antes- les encanta aterrorizar a quienes los escuchan, leen o miran, porque por un lado, saben dichos medios que eso vende y ése es el negocio, aunque en el fondo estén mintiendo o exagerando las notas para hacerlas más dramáticas.

El gran tamaño de las plantas nucleares ordenadas a fines de la década de 1960 generó nuevos interrogantes sobre la seguridad y causó el miedo de que el accidente serio de un reactor nuclear pudiese liberar una gran cantidad de radiación al (medio) ambiente y hacia la atmósfera.

A principios del decenio de 1970 hubo una contínua controversia, en la prensa técnica especializada y hasta en los medios masivos de comunicación (sobre todo de los Estados Unidos), sobre el rendimiento de los sistemas de emergencia de refrigeración por agua (cooling systems) de los núcleos las plantas nucleares, diseñados para prevenir la fundición del núcleo de un reactor nuclear, pudiendo dar paso a un síndrome de China.

En 1971 el físico nuclear Ralph Lapp utilizó este término "síndrome de China", para describir la fundición de un reactor nuclear a través de su contenedor, y la posterior penetración del mismo a través de la capa de cemento debajo del mismo, con la consecuente irrupción de una masa caliente de combustible nuclear en el suelo circundante al edificio. Basó sus declaraciones en informes de un grupo de trabajo de físicos nucleares encabezado por el doctor W.K. Ergen, que publicó sus informes iniciales en 1967.

A pesar de algunos accidentes nucleares, como el de Three Mile Island de 1979, o el bastante más serio meltdown de Chernóbil de 1986, el síndrome de China se trata de una hipótesis teórica ciertamente muy exagerada.

Así entonces, lo que llaman "meltdown" (derretimiento), se refiere al derretimiento del combustible en el reactor. El término se ha aplicado de manera irresponsable e incluso en los casos de los accidentes de Three Mile Island 2 y Chernobil, hubo un derretimiento significativo del combustible nuclear y solamente en el último caso, hubo algunas serias dificultades.

Para entender más del asunto, hay que saber que las plantas nucleares se mantienen "frías" gracias a sus sistemas de enfriamiento por agua. ¿Por qué agua? Porque ésta poseé uno de las más grandes capacidades calóricas, es decir, el agua puede absorber una gran cantidad de calor. (Y a mí me llama la atención por qué se usa refrigerante químico en lugar de agua en muchos motores de combustión interna que usamos en las ciudades. ¿Será un simple asunto de negocios?).

Pues bien, un sobrecalentamiento puede ocurrir por pérdida del refrigerante en el sistema de refrigeración de la planta nuclear o bien, por fallas en el sistema de protección de un reactor para apagarlo cuando ocurre una falla mayor.

Esas condiciones normalmente están fuera de toda discusión debido a que en el diseño de las plantas se asegura que esto no pueda ocurrir, debido a la redundancia y diversidad de la protección del reactor, de los sistemas de enfriamiento de emergencia del núcleo  y de los sistemas de aislamiento del contenedor, así como de la estructura misma de dicho contenedor. Aún con todo esto, hay procedimientos desarrollados para casos y eventualidades en este tema.

Si ocurre un derretimiento, es posible que haya fuga de material radioactivo al medio ambiente, pero esto puede ocurrir SOLAMENTE SI hay una falla mayor en la estructura del contenedor. Para que esto llegase a suceder, tendría también que pasar lo siguiente: 1. Una sobrepresión en el contenedor; 2. fallas en el sistema de aislamiento del contender, sistemas, y líneas y válvulas por cerrar.

El diseño de las plantas nucleares intenta reducir la ocurrencia de estos eventos, el cual hasta ahora ha ocurrido una vez en 250 años para los más de 400 reactores en uso. Es imposible decir, con un 100% de certidumbre, que un derretimiento del núcleo nunca ocurrirá. La redundancia y diversidad de los sistemas de una planta nuclear, la regulaciones federales, las especificaciones técnicas obligatorias, los procedimientos de operación de la planta y el entrenamiento y profesionalismo de los operadores dan una defensa a todas estas eventualidades de catástrofe.

Aún así, como dice alguna ley de Morphy: "si algo puede salir mal, saldrá mal", y esto fue el caso de Chernobil, en donde en un procedimiento de prueba, y debido a una combinación deficiente de diseño y de un error del operador, se inicio la siguiente secuencia:

  • Un pico de potencia resultó en una sobrepresión del sistema refrigerante del reactor, el cual causó una pérdida del enfriador (agua por lo general). Esto no fue una explosión nuclear.
  • Este pico causo un sobrecalentamiento en el combustible del reactor
  • El vapor que se generó con sobrcalentamiento en el grafito resultó en un incendio, el cual resultó a su vez en el quemado y dispersión de los contenidos del núcleo.

Los nuevos diseños de reactores toman en cuenta lo que ocurrió en el accidente de Chernobil y ahora no se usa grafito, evitando la posibilidad de otro problema similar al ocurrido en ese entonces.

Entonces, ¿qué tan grave puede ser un derretimiento del núcleo de una planta de esta naturaleza? Para poder contestar a esta pregunta, hay que saber que prácticamente todo material en el planeta emite cierta radiación natural. Viene incluso de rayos cósmicos, fuentes de alimentación (los plátanos son de los alimentos con mayor radiación), gas radón, granito y otras rocas densas. Así entonces, si queremos cuantificar los daños por el accidente de Chernobil, valuando la cantidad de emisiones radioactivas que escaparon de la planta nuclear, podemos compararla contra la radiación que recibe una persona en un ambiente normal.

Por ejemplo, la dosis de radiación estimada en Chernobil fue de 80 mil siverts. Una persona en Europa recibe al año medio millón de sieverts. Así entonces, en el caso de la planta nuclear rusa, esto es alrededor de un sexto. Por otra parte, la radiación detectada en Europa Occidental por la radiación de Chernobil fue de 0.02 mrem (en Portuigal) a 38 mrem (en algunas partes de Alemania). Solamente para comparar, la dosis de radiación que se recibe por comer una banana por día al año es de alrededor de 3.3 mrem.

Consecuentemente, los accidentes nucleares -al menos los que se han producido desde que existen las plantas nucleares, no son tan trágicos como los medios nos quieren hacer ver. Películas como el Síndrome de China simplemente hacen volar la imaginación de las personas y ante lo que no es más que una película con visos de ficción, tendemos a creer que el mundo prácticamente se va a acabar. Curiosamente este fenómeno se repitió con la película "Jaws", (Tiburón), que lo que finalmente logró es que el público se quedase con la impresión de que los tiburones son todos unos sanguinarios asesinos de personas.

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