Rabu, 28 April 2010

El crimen perfecto

Se supone, o así nos lo han hecho creer a través de los años, que no existe algo así como el "crimen perfecto". Siempre hay algún detalle que pasa por alto un asesino y de ahí, sesudos investigadores hallan la punta de una madeja de relaciones y hechos que llevan a apuntar, con índice de fuego, al culpable de algún espantoso crimen.

Sin embargo, yo estoy empezando a creer que sí existe el crímen perfecto, pero sólo en México, en donde los investigadores de algunos de los hechos más violentos, en donde alguien ha perdido la vida, actúan con una ineptitud que raya en la estupidez. Y sí, me refiero al caso de la niña Paulette Gevara, que después de nueve días de desaparecida, fue hallada en el borde de su cama, muerta -desde luego- y en donde, al menos en principio, el Procurador de Justicia del Estado de México, ya había asegurado que, después de la necropsia de ley- la niña había sido asfixiada, es decir, había hablado de que se trataba de un asesinato.

El circo mediático alrededor de este tema hizo que el país entero buscara información. Curiosamente, por ejemplo, este blog subió notablemente sus visitas con mis anteriores artículos al respecto de este asunto. En esos aciagos días los padres y las nanas fueron arraigados y seguramente los interrogaron una y otra vez. En el mientras, en el departamento de lujo de esa familia los peritos entraron y salieron del mismo cientos de veces. Vaya, que incluso amigos de los familiares durmieron en el cuarto de la niña y nadie detectó el más mínimo olor, incluso los perros entrenados para estos fines no percibieron nada (¿?). En breve: había una niña -ahora dicen- asfixiada por mero accidente, en un lado de la cama, cubierta con cobijas y sábanas y toda esa gente que la buscó, que analizó el cuarto, que lo fotografío, que incluso, sirvió de "foro", de "set de televisión", para que la madre concediera ahí entrevistas a los medios, nadie la vio hasta que al noveno día alguien detectó un mal olor y el macabro hallazgo surgió.

Los argumentos de la Procuraduría Estatal rayán en lo absurdo: No olió mal porque la niña no tenía prácticamente grasa en el cuerpo y eso es lo que en un inicio provoca el olor que emana de un cadáver, según aclararon. Ajá. ¿De verdad alguien puede creer esta historia?

Pero aceptemos sin conceder que fue así. Si la niña desapareció de su cuarto, ¿no habría habido, por parte de unos padres harto angustiados, una búsqueda frenética en dicho cuarto? ¿No habrían puesto el cuarto de cabeza? ¿movido el colchón? ¿sacado las sábanas y cobijas? Como que estas acciones son las que la mayoría de la gente haría casi como primera medida.

¿Y qué decir de los investigadores y peritos? ¿Por qué no sellaron el cuarto desde el primer día? ¿qué clase de entrenamiento forense tienen estos personajes que sin duda, hicieron todo mal? Vaya, que cualquier capítulo de CSI nos enseña casi casi cómo se llevan a cabo estas investigaciones. Se ve que estos inteligentes peritos se las saben de todas todas o quizás son muy soberbios y no ven CSI o "Forensic Files" (un programa de TRUE TV), porque finalmente deben creer que esas investigaciones nada más se pueden dar en los países del primer mundo.

Yo la verdad no sé a cuenta de qué se puede explicar esta fallida investigación de principio a fin. Pero aún más, ahora las conclusiones de la Procuraduría apuntan finalmente a un accidente lamentable, aunque nadie en su sano juicio pueda creer esto.

Y entonces ¿qué pasa? que ante la incredulidad del respetable, entonces pensamos mal. ¿Cuánto habrán pagado la familia Gevara Farad para convertirse en víctimas y no en victimarios? ¿Cuántos miles, ¿o serán millones? habrán desembolsado para que la Justicia los absuelva y ante la opinión pública los exhiba como protagonistas de un desafortunadísimo accidente?

Así pues, ¿no existe el crimen perfecto? Yo creo que sí. La muestra está ahí. Yo no dudo que esta dudosísima familia ha soltado dinero a montones para salirse con la suya. Pero que cada quien saque sus propias conclusiones.

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